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Alicante CF, Decano de la ciudad

Va a ser que no

Pues no. Ni continuidad, ni buenas sensaciones, ni resultados, ni nada. El Alicante sucumbió nuevamente en su feudo, esta vez ante un mal conjunto como es el Alavés, otrora grande y que navega por aguas turbias desde hace unos años. El conjunto alicantino no se mostró con la misma intensidad que en el encuentro precedente y volvieron a salir todas las carencias que le han llevado, deportivamente, a tener un pie en la Segunda división B. Volvió a fallar incluso cuando en las pobladas gradas se jaleaba al equipo como nunca dentro de esta aciaga temporada. Se demuestra así que pesaban mucho más las carencias futbolísticas del conjunto que la depresión por los malos resultados. Ayer no se aprovechó ni siquiera el despojo de todos los males psicológicos derivados de la rota racha negativa tras el triunfo contra el Hércules.

Ya se decía, en este blog y en muchos espacios más, que el derbi se había vencido por garra y corazón más que por buen juego. La presencia de cinco zagueros se antojaba interesante para dicho encuentro, pero no para darle continuidad, sobre todo como local, ya que este sistema lastra tremendamente las posibilidades ofensivas del equipo, de por sí escasas. El partido de ayer fue un despropósito en el aspecto atacante, con una ausencia casi total de ocasiones de gol. Pero lo más significativo es que, como en el derbi, todo el entramado defensivo se podía haber venido abajo en los primeros instantes del choque. Un disparo desde la frontal del área pequeña, que se estrelló en el veterano cancerbero, podía haber reventado el partido a las primeras de cambio. Y, por mucho que se cuente, quien fuerza la derrota es una defensa pésima de las jugadas a balón parado. Ni la presencia de múltiples jugadores de corte defensivo pudo evitar el enésimo despeje hacia zonas peligrosas, ni permitió ganar el salto decisivo al delantero (como en el derbi).

Los cambios, tarde, mal y nunca. Durante muchas fases del partido sobraba un jugador en la línea de atrás y éste no fue reemplazado hasta el primer golpetazo, cuando ya la empresa apuntaba a una épica que no llega jamás. En definitiva, un error de concepto y una ejecución peor llevaron a la derrota número doce, quizá sin méritos para los vascos, pero dentro de la mala pinta del Alavés, se puede decir que los rivales siempre superan en algo al Alicante: acierto, calidad individual, ritmo, velocidad...

Tres partidos con "nuevo" entrenador y dos derrotas en casa ante rivales directos, por el mismo tanteador y sin lugar al "uy". No ha lugar cambio alguno, pero a la vista está que el míster del ascenso, para quien quería obviar la situación, tiene una buena cuota de responsabilidad en el desaguisado deportivo de la 2008/09. A su favor se le ha de otorgar su estima al club y su tranquilizadora presencia a ojos de una buena parte de la afición. Errar es humano, qué duda cabe. Y si la intención es buena, se perdona.

Casi finiquitada la temporada, a falta de que las matemáticas pongan punto y final a la presencia del Alicante en la división de plata, la atención se centra en el aspecto institucional. Mucho habrá que trabajar para que el primero de agosto de 2009 el Alicante arranque de nuevo con miras definidas y con argumentos suficientes para intentar lograr el objetivo que se plantee, de manera acorde con sus posibilidades.

 

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